viernes, 19 de noviembre de 2010



Mire atentamente un cuadro que se cruzo en mi camino, en realidad, yo fui el que se cruzo en el camino del cuadro, lo llevaban por la calle, aun estaba frio y una mujer, una hermosa mujer caminaba detras de el, parecia sumida en sus pensamientos, como si ninguno de mis congeneres le importaban, al contrario de ellos, que parecian arrojarle flores en cada paso que daban, me quede mirando, hasta que entraron en una galeria, una galeria... en Frania, nuevo, no? Segui mi camino, llegue a portas del metro, los trenesillos iban de aqui para alla, monotonos, compre mis boletos, mi carruaje llego, miles de personas, entes... entraron rapidamente empujandome, me desahogue de sus amarres y sali corriendo, corri corii mucho, hasta llegar a la exposicion de la princesa que paseaba por su mundo imaginario.
Entre intentando mimetizarme con los demas, buscandola entre miles de ojos apagados. ¿Como si eres tan hermosa no te encuentro? me dije imaginandola frente a mi.
Me pasie por todo el salon, pero ella no estaba, sera que solo fue un sueño, una alucionacion? Sali de ahi y encendi un cigarro - Me darias uno? - dijo una mujer detras de mi, como odio el contacto humano, voltee, y era ella, asenti idiotizado, lo tomo entre sus labios, sus labios sus ojos su nariz, todo era perfecto, lo encendio y y hecho el humo hacia un lado - Gracias - respondio y se dispuso a caminar, Quedate - dijo mi mente, mas mi boca no pudo hablar.
Camine por mi lado y llegue a casa, mi hogar era un penthaouse, era muy lindo e inspirador, me gustaba, me animaba, suspire y pense en ella, me servi una comida basica y me recoste a mire las estrellas, sus ojos eran tan brillantes como las luciernagas del cielo, me levante porque el frio me habia ganado, y las ganas de verla tambien, me acoste con la idea fija de encontrarla por la mañana. Desperte animado, y fui directamente a la galeria en donde ella se encontraba, estaba en una de las sillas de forma extraña con un cigarro en la boca, al verla sonrei ampliamente y me acerque, ofreci mi cigarrera, ella me miro y elevo una ceja - Tu, de nuevo - la recibio -Aun me queda - me mostro su cigarro, no dije nada y me sente a su lado, en silencio, un silencio que con cada movimiento decía; te amo.