domingo, 22 de agosto de 2010

Noche Epica

La comida se me devolvía de nuevo y aun así me esforzaba por tragar la nicotina que tenía entre los labios, él tenía una jeringa dentro del brazo... no sé muy bien que era, solo gatee hacia un contenedor y eché afuera hasta lo que no tenía, el rio al verme, voltee y me recosté a su lado, saco una pequeña bolsa y roció en mi vientre, luego alineo el polvillo y comenzó a jalarlo mientras yo encendía dificultosa un cigarrillo por efecto de las cosquillas que me causaba, me arrodille a su lado y le di un largo y desesperado beso, al separarnos tire el humo, el volvió a reír estrepitosamente y cayó al suelo apretando su estómago, me afirme de la cama y tome la jeringa a medio usar, empuñe el brazo y me di un poco de aquel placer, recuerdo que me mordí el labio fuerte hasta hacerlo sangrar.. Me recosté sobre su pecho y pique su rostro hasta sentarme en sus caderas y mis besos se volvieran frenéticos. Su histeria me excitaba, mi respiración se comenzó a agitar, mi pecho se levantaba, me hiperventilaba, el efecto de histeria en él iba atenuando y se comenzaba a envolver en mí. Fumaba mientras él me besaba el cuerpo y yo apenas tragaba ese humo veleidoso que corría por mi cuerpo. De pronto no di más, era demasiado el éxtasis que sentía que mis manos botaron el cigarro. El cigarro caía, sentía que el cuerpo me iba a estallar, no cabía mas de placer en mí, no creí que podía sentir tanto, el cuerpo me iba a estallar… el cigarro incendiaba unos viejos papeles botados, contenían historias escritas por nosotros, estaban todos regados, la guitarra botada al lado del vodka, el absenta regado por todo el piso, la habitación estaba perfecta para nosotros, acaso el cuerpo me iba a estallar. El cigarro comenzó a matar todo con el asesino amorfo. Nosotros estábamos tan a lo nuestro, no dábamos más, no nos importó las llamas, no nos importó el calor, nos ponía más. Nuestros cuerpos iban a explotar. La guitarra comenzó a fundirse con el fulgor de Helios, todos nuestros borradores de libros destruyéndose, la droga… el cannabis comenzaba a arder y nos ponía más. De pronto explotamos, explotamos a la vez, teníamos la jeringa a mano, unos últimos pinchazos bastarían… Un golpe de sensaciones, la casa en llamas, nosotros tocando el cielo en nuestro propio infierno. ¿Acaso importa algo más? Todo es perfecto.